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lunes, 17 de octubre de 2011

" El misterio del Elefante "








Randy, un joven elefante ¡muy vigoroso!, había nacido en Okavango un río muy caudaloso del África; río muy reconocido por sus zonas lluviosas, sitio en el cual abundan los elefantes. Randy había sido capturado para ser trasladado a un circo que funcionaba en una importante ciudad de África. Emmanuel un niño muy astuto que no se perdía ninguna de las funciones del ilustre circo, tenía varios días tratando de descifrar un misterio; el niño iba al circo a ver a Randy como estaba atado a una pequeña estaca, Emmanuel no entendía como un animal con tanta fuerza que podía arrastrar hasta un árbol muy grande, permanecía atado a una pequeña e insignificante estaca sin hacer el más mínimo intento por escaparse.

Emmanuel Kengne, un personaje muy curioso como caracteriza a todos los niños a la edad de 11 años, había decidido sumergirse en la aventura investigativa, el niño confiaba en la sabiduría de sus mayores, y no había adulto que pudiera pasar desapercibido sin que Emmanuel le preguntara: ¿Cuál es el misterio del elefante?, ¿porqué siendo tan fuerte no se puede soltar de esa pequeña estaca?.

Emmanuel no doblegó ante los intentos fallidos por obtener respuesta, hubo alguien que le dijo: “el elefante no se desata de la estaca porque está domado”, respuesta que no fue satisfactoria para el intrépido niño, quien le contrainterrogó: ¿si está domado, entonces porque tienen la necesidad de atarlo?, pues se supone que un animal domado obedece a las exigencias de su domador.

Intentos e intentos fallidos, nadie daba una respuesta acertada, hasta que un día encontró a un anciano monje de esa región quien sabiamente respondió a su compleja pregunta. El monje le manifestó al niño que sencillamente Randy el elefante no intentaba soltarse de la pequeña estaca porque era un objeto que reconocía desde que estaba pequeño, el elefante desde niño había permanecido atado a esa insignificante estaca, pero antes no tenía la fuerza que poseía ahora, esa pequeña estaca delante del bebé elefante parecía un enorme árbol, el pequeño Randy intentó muchas veces soltarse de aquella estaca, ý a pesar de todo su esfuerzo no pudo, era ciertamente muy fuerte para él. Dijo el anciano al niño: “me imagino que el pobre elefantito se cansaría de tirar y tirar aquella estaca, hasta que se durmió cansado y al día siguiente pensaría ¿para qué intentarlo si nunca podré?, y por esta razón aunque hoy es un joven elefante con mucha fuerza y podría derribar hasta un enorme árbol, no intenta soltarse de la diminuta estaca sencillamente porque desde entonces no ha querido VOLVER A INTENTARLO.

Sí, ahora el desconoce que posee la fuerza suficiente para tirar de la diminuta estaca y soltarse, pero “ÉL NO QUIERE INTENTAR”, “CREE QUE NO PUEDE”, Randy tiene la imagen de aquella fuerte estaca que un día no lo dejó desatarse y cree que perderá su tiempo intentándolo.

Así somos cada uno de nosotros, caminamos por la vida atados a diminutas estacas que en un tiempo no pudimos derribar, vivimos atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Pensamos en muchas cosas y decimos “ NO PODEMOS”, sólo porque una vez intentamos y no nos fue posible. Nos enclaustramos en ese difícil y penoso momento, sólo guardamos en nuestra mente “No Puedo………. Es más Nunca podré”, y nunca nos enteraremos de la fuerza que tenemos ahora para derribar si no lo intentamos de nuevo.

¿Que estacas tienes que derribar?, ¿qué has dejado de hacer porque piensas que no puedes?, TE INVITO A QUE HOY LO INTENTES Y NO TE DES POR VENCIDO, PORQUE SÓLO ES UNA DIMINUTA ESTACA, ES MUY PEQUEÑA DELANTE DE TI.

¡Ánimo, eres un vencedor!

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, Filipenses 4:13



Paola Martínez Ortíz

miércoles, 10 de agosto de 2011

Repelente de Codornices


Diógenes, un hombre que ya alcanzaba los 28 años de edad, había crecido en medio de escases; desde niño conoció lo que era irse y regresar de la escuela sin poder probar bocado, pero fueron más fuertes las ganas de superarse que cualquier angustioso día en que pudo desfallecer.

A principio de los años 90, el muchacho había logrado terminar la secundaria y se encontraba trabajando en una empresa muy reconocida en el pueblo del que era oriundo; ya no calzaba zapatos rotos, ni se dormía con el estómago fatigado; ahora según las muchachas del pueblo no había diferencia entre el apuesto Diógenes y cualquier actor famoso de la época.

El joven era un excelente líder entre sus innumerables amigos, quienes lo elogiaban y veían en él un vivo ejemplo de imposición del progreso sobre la desdicha.

Lucía fue elegida por Diógenes entre las tantas muchachas que aspiraban al ostentoso lugar que ocuparía su esposa, conformaron un bello hogar en medio de lujos y un círculo de amigos cualificados. Aquel muchacho trabajador que nunca se rindió, se había convertido en uno de los hombres más adinerados de la región, tanto y en tan poco tiempo que todos se preguntaban como lo había logrado, aunque era lo más evidente; pero eso no importaba porque ahora era el respetado “Don Diógenes”, a nadie la interesaba de dónde provenía su inesperada fortuna porque todos se beneficiaban de ello y ¡eso era lo único que tenía importancia!

Aunque el dinero compra casi todo, no alcanza a comprar la dicha, muy a pesar de tener las mejores conexiones “Don Diógenes” nunca imaginó que quedaría al descubierto. Aquel día de mayo, mientras disfrutaba de un placentero domingo entre los amigos que conformaban su gran "Clan"; Diógenes fue sorprendido por Policiales, quienes explicándole el motivo de su presencia procedieron a retenerlo, ¡ ya todo se sabía! Y Diógenes pudo experimentar que las cosas que fácil llegan, posiblemente fácil se van!.

Llevaba un considerable tiempo privado de la libertad, se le había iniciado una investigación por lavado de activos y narcotráfico, se encontraba gravemente involucrado, y lo que era peor sus “amigos” se habían alejado, quien sabe si por temor a ser implicados, o simplemente porque “Don Diógenes” ya carecía de aquel poder que a todos atraía.

Fue pasando el tiempo y Diógenes se acostumbró a ver un solo rostro (el rostro de Lucía), quien acudía fielmente a las visitas establecidas para llenar de amor y de fe a su amado esposo. Lucía una mujer Imponente, que había dejado a un lado el temor a Dios por el amor al dinero, había encontrado en la calamidad de su esposo, la oportunidad para tener un encuentro con el único ser que había permanecido fiel en su vida, fiel ¡porque todos se habían ido! . La luchadora mujer se refugió bajo las alas de Dios, y ahora era aquel ser maravilloso quien la sustentaba y le daba dirección.

Había llegado la hora de que Diógenes recibiera una inesperada visita, ya era tiempo de que conociera un rostro diferente al de su esposa; y fue así como aquel desolado hombre en medio de los densos muros que lo separaban del resto del mundo, tuvo un encuentro con Jesús; quien lo restauró, instruyó y le mostró el tesoro escondido del cual gozan los que le buscan de corazón, ese tesoro incomparable a cualquier riqueza material que el hombre pueda tener.

Fueron momentos duros, pero también entendió Diógenes que lo que sus ojos naturales vieron como “la prisión”, una vez hubo conocido la voluntad de Dios para su vida, aquel claustro pasó a ser un lugar pertinente para el comienzo de su liberación, era ilógico pensar como estando en la prisión se podía sentir libre, pero al final; era una de esas tantas cosas que la mente humana no puede entender, pero en las cuales puede creer sin que nada más importe.

Diógenes entendió que aquel distanciamiento del mundo en el que ahora se encontraba, era necesario, porque estando gozando de los deleites que le ofrecía aquella riqueza mal obtenida; era imposible que tan solo por un momento pudiera desviar sus codiciosos ojos de ella para poner su mirada en Dios, sencillamente porque lo que se convierte en lo más importante e inevitable en nuestras vidas representa a nuestro Dios.


¿Pudo haber otra forma de que aquel hombre ambicioso conociera a Dios?, ¡tal vez sí!, pero Dios le plació que fuera de esta forma, así como le ha placido que tu y yo hoy estemos en el lugar y en la situación en la que nos encontremos, buena o mala a nuestro parecer, pero para él su voluntad es agradable y perfecta y debería serlo para nosotros también, porque en cada cual encuentra él una ocasión para afirmarnos en su camino.

Diógenes había perdido todo, sus amigos se habían alejado, pero al conocer a Dios; se dio cuenta que todo lo que había perdido era una carga pesada que le impediría subir al monte alto donde Dios quería llevarlo para encontrarse con él, que él era un águila, y los amigos que lo habían dejado sólo eran codornices que no le permitirían avanzar en el propósito que Dios había establecido para su vida. ¡Así es!

Las Águilas fueron diseñadas para volar con el viento en contra, y ¡muy alto!, y de estar rodeada de codornices se corre el riesgo de que se confundan y olviden su naturaleza, ¡las águilas deben permanecer entre águilas! ; ellas son aves con gran poder y vuelo majestuoso, quienes viven por muchos años, pero al cierto tiempo de vida necesitan sufrir un proceso de renovación; cuando ya sus uñas, su puntiagudo pico y sus pesadas alas se encuentran envejeciendo, el águila tiene solo dos alternativas, la primera es dejarse morir y descansar; y la otra es sufrir un doloroso proceso de renovación.

Es así como el águila emprende un largo viaje hacia lo alto de una montaña y queda allí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar. Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear con su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo.

Después de arrancarlo, espera el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas. Cuando las uñas comienzan a salir, comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después de 5 meses, sale para el famoso vuelo de renovación y para vivir 30 años más. Renovación que experimento Diógenes al quedar atrapado dentro de cuatro paredes; donde se desprendió de los recuerdos que le causaron dolor y quedó listo para continuar un viaje de victoria.

Es por esta razón que en el paso por el desierto todos se alejan de ti, se alejan porque estorban, porque no pueden volar tan alto como tú; y lo más curioso es que se alejan porque la situación que estás pasando les asusta, les repugna, tu calamidad causa el mismo efecto del repelente sobre los insectos; ¡ los ahuyenta!, tu tragedia se convierte en un REPELENTE DE CODORNICES, y es lo mejor que le puede pasar a tu vida, porque las codornices a diferencia del águila fueron creadas para servir de alimento, para ser devoradas; las codornices con su pequeño y débil pico jamás podrían atrapar a ninguna presa, pues no es esa su naturaleza; lo que es contrario a la naturaleza del águila quien ha sido diseñada para cazar y apoderarse de su presa, para volar majestuosamente y dominar lo que Dios ha predestinado para ella.

Cuando te quedes solo porque todos se alejen, recuerda que ha sido Dios que ha mandado a salir a todos para TENER UN ENCUENTRO A SOLAS CONTIGO!


Lo que en este momento te preocupa se va a convertir en un trampolín hacía la victoria, ¡Porque a los que aman a Dios todas las cosas le ayudan a bien!


Salmos 25:4,5 “Muéstrame, Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad y enséñame, porque tú eres Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día”

Bendiciones,

Paola Johana Martínez Ortiz







viernes, 5 de agosto de 2011

¡ Bendita Penina !


Uno de los propósitos de la mujer en la vida natural es reproducirse, unirse con el hombre en una sola carne como lo dice la sagrada escritura, para luego construir una familia; es un mandato divino. Pero ¿qué sucede cuando la mujer está imposibilitada para concebir y no puede cumplir con su naturaleza procreadora?, y lo que es más preocupante cuando encontramos que hombres casados llegan a tener hijos por fuera de sus hogares a veces con le excusa machista de que su esposa no le puede dar hijos. Esta es la historia de una mujer llamada Ana, que vivió exactamente la misma situación.

Ana quien era esposa de Elcana tenía un profundo dolor porque Dios no la había regalado hijos, y Penina, quien era la otra mujer de su esposo; y quien tenía hijos con él la irritaba, enojándola con su burla destructora; Ana lloraba y no comía por su profundo dolor, pero su esposo la amaba más que a Penina y eso reconfortaba un poco, sin embargo Ana no estaría tranquila y Feliz hasta no concebir un hijo, lo que sería un “milagro”.

Ana entendió que los milagros le pertenecen a Dios, por lo que oró a él en total angustia pidiéndole aquel hijo que tanto deseaba. Ana hizo una promesa sobre una promesa, Ana le dijo a Dios que si le concedía un hijo ella lo dedicaría a él todos los días de su vida, (1 Samuel, 1:11) .Ella no se rendiría; no aceptaría un no por respuesta. Puso Ana su confianza en Dios y no estuvo más triste porque sabía que él le concedería su milagro.

A su tiempo llegó Samuel “la promesa”, quien fue dedicado a Dios y él lo hizo profeta en su nación, de esta manera Dios concedió el anhelo de Ana; Dios no se había olvidado de ella, solo estaba esperando que ella recurriera a él para demostrarle que él es el que nos hace caminar sobre las alturas y nos da honra delante de nuestros opresores, porque él usa todas las cosas a nuestro favor.

Bueno al final Penina no fue tan mala, yo en lugar de Ana le bendeciría, Si Ana no habría tenido a Penina, quien sabe si habría llegado a orar con semejante desesperación. Ana dijo: "Señor, me tienes que dar ese hijo, al menos para callar las burlas de Penina.

Necesitamos, aunque no nos guste, que Dios nos impida de algo por algún tiempo para que concibamos a Samuel que representa la “promesa” de Dios en nuestras vidas. El Señor usa y permite que entremos en crisis para que concibamos y demos a luz sus propósitos. Penina hace falta en los planes de Dios, Penina es quien nos reta a luchar por la promesas de Dios, es quien nos acorrala a tal punto que sólo en su presencia podamos encontrar una respuesta.

Hoy te invito a que tomes cada uno de tus problemas los conviertas en un peldaño, los hagas una escalera y te subas por encima de ellos para llegar a la cima de las promesas de Dios.

Los problemas no se acabarán, ellos al igual que Penina nos inyectan valor para reclamar el lugar que nos pertenece y que Dios nos ha prometido.

Bendita seas Penina, benditas sean las Dificultades porque nos acercan más a Dios.

Romanos 8:28 : Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.


Bendiciones,


Paola Johana Martínez Ortíz