Caminar sin saber a dónde ir, seguir y seguir sin tener claro el horizonte. A los lejos solo podía ver montañas unas muy altas y otras más pequeñas pero igual el camino se me hacía muy largo, ansiaba encontrar un guía de esos que te llevan justo a donde quieres ir, porque su experiencia les ha llevado a conocer todo; busqué y busqué pero ningún guía me supo ubicar, ninguno de los mapas que me habían mostrado me servía; ¡pero debía haber algo!, ¡algo tenía que encontrar!.
Seguí caminando y me encontré a muchas personas que recorrían el largo camino pero al igual que yo no sabían por donde seguir; y era tan inútil preguntarles, pues ¿a donde podrían llegar dos ciegos?.
A lo largo de una colina vislumbré una pequeña señal, en aquel lugar había clavada una cruz que decía "Aquí murió y resucitó el guía que guarda el mapa sagrado", a un lado de aquella estaca estaba doblado un pedazo de papel ya amarillento que de lo viejo no se podía muy bien leer ; solo se alcanzaba a ver un largo trazo que terminaba en un círculo rojo que tenía en su interior la palabra "propósito", ¡era el mapa! me supuse, me imaginé que el objetivo era llegar a aquel lugar. Tomé aquel camino, y me llamó la atención que era más estrecho y más largo que el anterior.
A medida que caminaba encontraba muchas personas; noté que permanecían alegres al mismo tiempo que recorrían , habían varios parajes donde nos detenían para explicarnos cuál sería la próxima escala, nos daban una idea para llegar hasta el destino final "aquella montaña llamada propósito".
Pero caminaba y caminaba, aunque ya tenía alguna idea del lugar donde quería llegar, el camino se tornaba muy largo a parte de estrecho, ya me sentía muy cansada; habían sido muchos días de viaje y poco a poco se agotaban mis fuerzas, quería declinar; pero al mismo tiempo quería conocer lo que aquel guía me había mostrado en su mapa, quería hallar aquel estado de paz donde se ve concluido nuestro caminar.
Pero a lo alto de aquel camino encontré una roca, una roca enorme y bien cimentada, lucía muy fuerte y tenía en su interior un orificio tan amplio que me pude introducir en ella, decidí quedarme un rato para guardarme del potente sol y descansar un poco, total ¡había mucho camino por recorrer!
Al intentar descansar caí en un sueño profundo, y en el fui trasladada al fondo de aquella roca, y allí me encontré a un hombre de apariencia muy hermosa, con vestiduras resplandecientes, que me recibió con los brazos extendidos y me dijo: "hija ven a descansar, sé de dónde vienes y se a dónde vas porque soy tu guía, fui quien dejó el mapa al lado de aquella cruz porque sabía que tomarías ese camino" .
No entendía porque me sentía tan familiarizada con aquel hombre, mis lágrimas brotaban, no las podía detener, pero fui sintiendo como el cansancio fue cesando; mis fuerzas poco a poco se renovaban mientras observaba el rostro de aquel hombre, mientras él seguía diciendo: " yo conozco tu comienzo y también tu final porque yo tracé tu mapa, yo cree tu propósito, y mientras descanses aquí en esta roca que soy yo mismo, no tendrás que seguir esforzándote para cumplir tu objetivo"; desde ahora te sentarás sobre esta roca para ver como se cumplen uno a uno tus sueños. Un poco confundida le pregunté : ¿como haré para llegar al final si me quedo sentada aquí?, ¿Si no lo hago yo quien lo hará por mi? Aquel hombre con una voz ya no tan suave me respondió: hoy te he dado una garantía llamada “gracia" si esperas sentada en esta roca no te cansaras, y desde lo alto de ella veras como cumpliré cada anhelo de tu corazón, cada trazo que observaste en aquel mapa que diseñé exclusivamente para ti, ¡no temas! La fuerza del hombre no igualará jamás mi fuerza, no hay piedra que obstaculice tu camino que yo no pueda quitar, no hay montaña que intente ocultar tu panorama que yo no pueda mover, pero solo si me permites seguir siendo tu guía, y si PERMANECES SENTADA SOBRE LA ROCA.
Me desperté de aquel sueño y seguía sobre aquella roca, desde entonces espero en ella y miro desde lo alto donde permanezco esperando el cumplimiento de la promesa que me hizo aquel hombre que dijo llamarse el gran “YO SOY", . Mis pies no se cansan y mantengo tan fresca como un árbol a la orilla del río.
Porque mi roca fuerte eres tu mi Dios, en ti he confiado y confiaré, porque tú has prometido que no me desampararás y me sustentarás con la diestra de tu justicia, TU JAMÁS MIENTES.
Bendiciones,
Paola Johana Martínez Ortíz
No hay comentarios:
Publicar un comentario