viernes, 30 de diciembre de 2011

Volviendo a la fuente del milagro





En muchas ocasiones he escuchado decir "todo está bien", siempre me ha parecido la frase perfecta para bloquear un tema de conversación que no nos agrada o que nos incomoda, ¡una frase muy poco sincera diría yo! y con un alto grado de incredibilidad en quienes la escuchan seguramente.


" Todo està bien ", fue la frase que marcò mi vida hace casi un mes y a diferencia de las ocasiones anteriores puede mirar otro significado en ella cuando la pude leer en esa interesante historia, esta vez pude percibir confianza en lugar de duda, pues la protagonista de aquella escena dio una buena muestra de ello. Por "la mujer Sunamita" la conoce la historia, se conoce por su bondad hacia un hombre de Dios también muy reconocido, se conoce por su sabiduría y prudencia, pero particularmente cuando hago memoria de esta mujer, la recuerdo por esta frase que hasta ese día había sido para mí sinónimo de incertidumbre " Paz, todo está bien", tan meditativa, sobre todo cuando la haz de parafrasear muchas veces, Pero en fin es totalmente emocionante ahondar en la historia de esta mujer.

Para aquella mujer obtener lo que no había pedido era conocer el concepto de gracia, era un anhelo que guardaba en lo más profundo de su corazón, pero que un día por estar en el lugar indicado y por usar una llave maestra como lo es "el servicio", pudo experimentar la intención permanente de Dios por mostrarnos su amor, pero un día al igual que a cualquiera de nosotros, miró y se dio cuenta que algo no marchaba bien, que algo era contrario a aquello que un día Dios dijo que harìa, y reaccionó de una forma que a lo mejor pudo despertar críticas, una reacciòn inesperada que hoy en día es todavía producto de análisis e interpretaciones.

2 de Reyes (4:25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita. 4:26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.)



Acababa de perder un hijo producto de una promesa de Dios, milagro que nunca pidió pero que seguramente en muchas ocasiones anhelo (2 de Reyes 4:14-17), pero ella no llenó de ceniza su cabeza y mucho menos rasgó sus vestiduras, aplomadamente dio tranquilidad a su esposo en señal de que lo arreglaría, y leemos en las escrituras que emprendió viaje a buscar aquel hombre de Dios por medio del cual había llegado la promesa.


Cuando el hombre de Dios la ve a lo lejos, envía a su criado a apresurar su encuentro, ¡ evidentemente algo sucedía! pero ella sorprende a Giezi cuando le responde con aquel "todo está bien", automáticamente frenó la intención de ayuda de aquel criado y siguió su camino hacia donde estaba el Profeta, hombre de Dios: Pero contradictoriamente cuando la Sunamita llega a donde estaba el profeta Eliceo se postra a sus pies y deja al descubierto su angustia , entra en cuestionamiento ante aquel hombre de Dios, quien no respondiò a sus preguntas, pero si fue inquietado a dirigirse a donde se encontraba el hijo de aquella mujer , y vemos al final de la historia como por medio del profeta se da milagro sobre milagro.


Entendí que el decir "todo está bien" no es solo con ocasión de ocultar un asunto, profundizar en esta frase enseña que una muestra de confianza puede ser contradictoria con la realidad, circunstancia que es muy parecida al concepto de "fe", y no es desprenderse o olvidarse de algo como muchas veces pensamos, decir "todo está bien" es simplemente volver a la fuente originaria de un milagro, es colocar nuestro clamor a los pies de quien surgió y del único que puede darle vida nuevamente.


Decir "todo está bien " no es sinónimo de rendirse, de querer olvidar o aceptar la muerte de algo; sólo es ir al lugar adecuado "en el altar de Dios" donde nuestros problemas, debilidades; anhelos y promesas son incubadas para ser exteriorizados en el momento justo convertidos en un milagro.


Decir "todo está bien" no es decir "lo he dejado atrás" , es la declaración de confianza más sincera que un hombre o una mujer de fe puede hacer.



¡ Amigos no se angustien!, es más ¡no pregunten!, tengo paz ¡TODO ESTÁ BIEN!




Paola Johana Martìnez


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