No era que supiera mucho de fútbol, pero me incliné por hacer ciertas precisiones sobre aquel muchacho que parecía muy rápido con el balón, mientras me perdía en el va y ven de la pelota de fútbol, los ojos de mi padre quien era el entrenador de aquel prestigioso equipo de fútbol, se detenían sobre un muchacho flacucho que no tenia el más mínimo aliento para disparar un buen tiro libre. La estrella del partido terminó su show muy aplaudido de los espectadores y entre ellos "yo" , apagaron las luces, todos salían de aquel recinto menos mi padre y aquel muchacho "flacucho" quien sostenía una conversación con èl, hablaron unos largos minutos mientras yo esperaba a papá para acompañarnos a casa, luego se despidieron mi padre con tristeza en su rostro y aquel muchacho con un rótulo de confusión en su frente.
La verdad no suelo ser muy curiosa, pero aquella noche no pude callar mis ganas de saber ¡ que estaba pasando!, ¡ papá!, ¿porque tienes esa cara de horror?, " hija, de ver que muchos niños quieren entrar a mi escuela, pero este niño le estoy dando la oportunidad de enseñarle gratis porque no tiene recursos y simplemente no quiere, me dice que no sirve para eso, que hay mejores que él, que no le insista ", fue lo que me contestó papá caminando detenidamente y mirando hacia el cielo como quien busca un explicación.
Esa noche pasé meditando en el tema, en busca de proporcionarle ayuda a mi padre, recordaba aquel chico "super rápido y alto" y lo comparaba con aquel flacucho desanimado, en realidad no entendía porque mi padre teniendo a disposición aquel talentoso muchacho, estaba tras un chico que físicamente no reunía las condiciones para estar en el equipo de fútbol, y mucho menos cuando no mostraba la mínima intención de querer estar. Pero al indagar e ilustrarle a mi papá en un cuadro comparativo que tenìa la solución en sus manos, que había talento suficiente, que dejara de preocuparse, mi intención pasó a un segundo plano para recibir una buena enseñanza por parte del sabio "Entrenador".
"Es más ganancia para el maestro ayudar a alguien a descubrir su talento, que poner sobre el escenario a alguien talentoso, pues este ultimo atribuirá su éxito a lo que ya sabe, pero aquel que nada sabía siempre tendrá en sus labios al que le instruyó, ¡aquel que supera a los demás con su talento no necesita del trabajo del instructor!, concluyó diciendo mi padre..
2 Corintios 3:4 Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; 3:5 no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios. Creo que al Apóstol Pablo le tocó la misma tarea que a mi papá, hacer entender a alguien que para hacer algo no se necesita nacer competente, le da un valor agregado a nuestro triunfo, el hecho de alcanzar lo que humanamente no podíamos, nos convierte en la carta de presentación de aquel que nos instruyó, que encontró en nosotros lo que todos"incluyéndonos" nunca habían visto,... y no es la meta el equilibrio entre la suficiencia e insuficiencia, la meta es iniciar la carrera y llegar sin fatigarnos, desesperarnos, ni mucho menos permitir que nos empujen a llegar, pues el que nos llamó es también nuestro instructor y quien nos equipa, es el encargado de correr la carrera por nosotros; pues ¡nuestra competencia proviene de Dios!, esto les insistió muchas veces el Apóstol Pablo a la iglesia de corintios, a quienes se les conocía como débiles en la fe y hasta ¡Rebeldes!, pero a quienes Pablo con amor, les instruyó y les instó en todo el recorrido a la carta a ellos enviada que perseveraran en la fe.
Entonces no necesitamos ser capacitados para ser capaces, pues nuestro instructor el Espíritu Santo de Dios nos forma, nos equipa para la obra del ministerio, es decir capacitàndonos para ser aquello que no decidimos ser, nos dota de todo lo que física e intelectualmente nos hace falta, porque es él morando dentro de nosotros, por lo tanto no somos nosotros, no es el conocimiento el que nos prepara, es el Espíritu Santo de Dios que se hace vivo dentro de nosotros. 2 Corintios 3:6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
No desechemos la instrucción tratando de calificarnos, afligimos al espíritu cuando no reconocemos que el tiene todo poder para hacer lo que carnalmente no podemos, una cosa es ser humildes reconociendo que no merecemos y que por gracia recibimos, pero otro grado de incredulidad, es sentirnos incapaces aún cuando decimos tener a Dios con nosotros, ¿que clase de entrenador tenemos?, ¿el que se maravilla de lo fuerte o el que usa al débil para hacerse maravilloso?
1 Corintios 1:27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,
Escrito por:
Paola Martìnez Ortìz